El precio de no estar. La ausencia del padre.



Existe un sentido en ésta frase que nos resulta excesivo. La palabra precio, si nos referimos a lo que debemos pagar, desprendernos en variadas direcciones, a lo que debemos dejar. La palabra ausencia que contiene la percepción de lo vacío, una ida y un regreso que posiblemente no se dé. Y la palabra padre. No es tan sencillo definir ésta última. Quién es, qué es, qué hace, para que sirve, a donde nos lleva, en que nos convierte.
Que el padre no esté implica que vamos a pagar caro ciertas consecuencias, en lo propio, en lo social, etc. Elijan el destino de ese costo porque será tan personal como individuos existan.
Incluso en aquellas mujeres que toman la elección de ser madres solteras 
(estudios como el de Hertz en 2002 y Jordana en 2007 ) la sombra del padre social y del padre genitor les ronda.
La falta de padre provocó cambios drásticos principalmente en los países industrializados desde 1995, donde las familias monoparentales aumentaron un 35 % y dejaron una proyección de más del 50 % antes de cruzar la barrera del siglo XXI. De todos los nacimientos de madres solteras en dichas estadísticas, el 30 % corresponden a adolescentes.
De un trabajo de 20 años con 70.0000 adolescentes y adultos, los sociólogos Sara McLanahan (Universidad de Princeton ) y Gary Sandefur (Universidad de Wisconsin ) descubrieron que la ausencia del padre es un factor de riesgo que atraviesa la adolescencia y pasa los limites de la emancipación familiar para golpear en la inserción social. El riesgo de no estudiar ni trabajar, el riesgo de embarazo adolescente, el riesgo de interrumpir estudios secundarios fueron las variables que en porcentajes ascendentes del 50 a 100 % marcaron un futuro y una realidad suficientemente funesta tanto en funciones familiares como en las funciones del Estado en la asistencia de la misma.
También, antropólogos como Kenner y West detectaron que la ausencia paterna esta en relación directa con la generación de violencia en diferentes entornos. Esto es, padre presente e involucrado en la crianza forma culturas menos violentas. Por lo tanto, la falta de lo paterno conectado a lo que se podría llamar una red paterna social, tiene incidencia en la tasa de aumento de la criminalidad, fundamentalmente en menores de 20 años.
A mayor falta en la función paterna, los roles del hijo como varón y la hija como mujer o sea su sexuamiento, tienden a fallar. También el proceso de emancipación y las alianzas en las relaciones familiares.
Todos venimos de un padre. Ausencia no implica inexistencia. Tal vez un divorcio dividió las vidas, tal vez la muerte creó esa carencia, tal vez es ese desconocido que habita las fantasías y pensamientos del hijo y la historia de la madre permite o no el conocimiento. En la variedad de ejemplos encontramos el mismo factor común: la escasez, el vacío, la herida, la cicatriz. Y especialmente el desarraigo, la indefensión. La horfandad.
Cuando el 23 de Octubre de 1896 fallece el padre de Sigmund Freud, su amigo Wilheim Flíess le envía condolencias y éste le responde:

Me cuesta mucho escribir justamente ahora que he dejado pasar tanto tiempo, para agradecerte las conmovedoras palabras de tu carta. Por uno de esos senderos oscuros que pasan por detrás de la conciencia formal, la muerte de mi padre me ha afectado profundamente. Yo lo estimaba muchísimo y la comprendía perfectamente y con esa mezcla de profunda sabiduría y romántica alegría, tan peculiar en él, significó mucho para mí. Sin duda alguna su vida en sí ya había terminado hace tiempo, pero su muerte real ha hecho revivir en mí todos mis sentimientos más tempranos. Ahora me siento completamente desamparado.”

Aun entre tantas faltas y ausencias, paternidad y filiación son situaciones únicas y permanentes en la vida. Construye ambas identidades. Si en el comienzo la ausencia estaba presente, allí mismo nacen algunas de las más grandes preguntas del individuo.
Quién soy ? Quién es mi padre ?
Cual es el precio de las respuestas ?




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