Como
padre primerizo estás a punto de encontrarte con uno de los
hitos/pruebas de la paternidad: el cambio de pañales. Esto es un
poco como tomar uno de esos rápidos donde creemos que manejamos la
embarcación pero la naturaleza suele tener la última palabra sobre
la mejor técnica. No hay situaciones libradas al azar y sí mucho de
preparativo.
Enfrentarse
a un mundo de marcas y sugerencias de las mismas sobre la calidad, la
absorción, los precios, los tamaños y alguna variable más es
meterse en un bosque oscuro al que, con el tiempo, le iremos creando
un sendero.
Existen
organizaciones de consumidores en Europa o Estados Unidos que
realizan una comparativa e investigación respecto de los pañales
del mercado. Es raro que en Argentina no se encuentren similares
organizaciones para analizar las mismas situaciones y que el INTI
(Instituto Nacional de Tecnología Industrial) publique escuetos
informes hasta el año 2009.
Niño
o niña, deberás adquirir los movimientos básicos para llevar éste
acto cotidiano a buen puerto.
Preparados,
listos, ya!
Legó
el momento de usar algo de sentido común y un poco de concentración.
Tu hijo llora y para el caso se deberá a que tiene hambre, o se hizo
encima, o le molesta alguna situación. Deja lo que estés haciendo.
Siempre debes tener a mano el kit para efectuar el cambio y no tener
que levantar la cama a ver si se encuentra por ahí. Con el tiempo
se te hará natural y se te sumará como una especie de sentido
arácnido. Si ves que ésto no sucede, practica más.
Imprescindible
que te laves las manos antes y después, (higiene básica, claro)
Lleva
al niño a un lugar con temperatura estable y que tenga una
superficie suficientemente blanda para apoyar el cambiador.
Leva
algún tipo de bolsita para desperdicios si te molesta cruzar tu casa
con olor a desecho de niño. Adivinaste: allí pondrás al pañal y
de ahi al basurero.
No
le saques el pañal todavia, pero si abre los cierres del limpio para
preparar el cambio.
Ahora
estás frente a un chico gritando y esperando que actúes o
describiendo como se siente su caca, en su propio idioma.
El
centro del Infierno.
Caballero,
ha llegado al centro del asunto: la limpieza. El kit básico consta
de toallitas húmedas para la limpieza, los pañales y el cambiador
base para apoyar al bebe. Dato interesante: los paquetes de toallitas
tienen un cierre sobre la superficie y con pulgar e indice podrás
sacarlas. Uno de los mayores inconvenientes son las marcas donde las
mismas salen como apisonadas y tenés que estar separándolas. El
nivel de humedad también estará dominado por tu gusto, esperando
siempre que no sea demasiado como para que no se forme dermatitis o
irritaciones.
En
el caso de los varoncitos puede haber salpicaduras de pis, así que
no te acerques demasiado a la situación ni a la cara para que no te
alcance el agua que no has de beber. Solo déjala correr y...limpia.
Conviene
que tomes por los tobillos y le levantes las piernecitas para llegar
a limpiar correctamente y con profundidad.
También
tenés que limpiar la zona de los genitales, ya que notarás más
adelante que intentan reconocerse tocándose y si permaneció
sucio...mmmm.
En
el caso de las niñas debe limpiarse en el sentido contrario de la
vagina para evitar llevar bacterias a la entrada del ano.
Cruza
las tiras del pañal y ésto cerrará la posibilidad de escape de
desechos, que de lo contrario podrían caer y ensuciarlos. La etapa
casi finaliza...
El
punto de no-retorno.
El
pañal nuevo se coloca con los cierres bajo las nalgas del bebé.
Claramente se divisa un anverso y reverso así que no le puedes errar.
También te darás cuenta que los cierres adhesivos quedan de tal
manera que pueden cruzarse y cerrarlo, cuando coloques la parte más
amplia en dirección de su pancita. Es vital que te fijes la correcta
disposición de los bordes para que no se irrite, moleste o se escape
material indeseable.
Generalmente
las marcas dan las instrucciones de la colocación pero nadie va a
querer leerlas con su hijo llorando para que le quites la suciedad
ahora mismo!
Cuando
te vayas poniendo práctico incluirás algún tipo de distracción a
gusto para que la operación de cambio se haga con éxito y rapidez.
Esto
es lo maravilloso, uno supera lo traumático como poder manejar a un
bebe que es nuestro hijo y nos puede parecer de cristal para
limpiarlo de excreciones que nos pueden asquear por más que nos
hayamos pasado la vida acostumbradas a las nuestras.
Vamos
hombre, tu puedes! No hay nada como saber que tu hijo se calmará y encontrará la misma paz que cuando llegamos corriendo al baño, luego de
que el ascensor se haya tardado una eternidad.
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