La primera reacción es el temor. Pero no llega de una sola
vez, como cuando vemos al león acercándose. Creo que en la vida existen muy
pocas cosas instantáneas.
Así que el temor irá creciendo en los padres. No lo podrán distinguir
del mismo temor a que su hijo se caiga y lastime. Pero será bien diferente. Y
tratará de dominar el mundo.
Un día los padres
dirán: que le pasa a mi hijo? Porque nos trata de esa manera?
Ese día será el comienzo del imperio. Del terror, la
angustia, la negación, la incomprensión y de un monstruo que tomó a la crianza por el
cuello y la hizo su rehén.
Si definimos por lo más básico el síndrome del emperador
comienza por la palabra síndrome, que es un grupo de síntomas, signos, características
que forman un cuadro. Ese cuadro puede volverse una patología o una o varias
enfermedades.
La república habrá terminado y comenzará el imperio. No será
bueno para nadie.
El niño o el adolescente emperador maltratará a sus padres.
Será un maltrato psicológico y a veces físico. Los despreciará, los obligará,
los culpabilizará de sus desgracias ciertas e imaginarias, los amenazará y los
intimidará.
Como hemos creado esta abominación? –podrán preguntarse. La
primera pista en el hijo estará definida con el quiebre de las ordenes, los
limites, las consecuencias. Podrán saltar esa valla justamente, porque pueden.
Si fundar el imperio sin recibir consecuencias fue el primer
gran síntoma gral, el segundo será la negación de los padres, el miedo a sus
hijos, la vergüenza y la culpa.
Como llegamos hasta aquí?
Sepan esto: su hijo aprende de ud. De lo bueno y de lo malo.
Instintivamente sabrá donde estarán sus fallas y las aprovechará con el solo
objetivo de salirse con la suya. No importa cual sea el objetivo. Tanto si
comer un helado o adquirir una moto.
Las pulseadas entre caprichos completados o no, el
incumplimiento de las reglas de la casa, la falta de consecuencias por transgredirlas,
la falta de autoridad, el temor a las reacciones escandalosas, sumado a cierto
grado nocivo de permisividad en la sociedad (que consciente o inconscientemente
tratará de romper reglas amparándose en una máscara con la cara de la libertad)
toda ésta receta de causas alimentan la falta de empatía, el egoísmo, el
egocentrismo, el salto a criterios morales o lo que sea necesario para salirse
con la suya.
Los niños y adolescentes con síndrome de emperador no
aprenden a controlarse, o sus padres fallan en esa enseñanza, su tolerancia a
la frustración está bastante cerca de cero y estarán creando suficientes
argumentos para controlar e incluso amenazar a sus padres para llegar a
completar sus deseos.
La gran culpa
Signo de estos tiempos, no hay tiempo.
La ausencia de sus hogares por causas económicas, sociales,
de pareja llevan a querer compensar con motor principal basado en la culpa y la
permisividad y como resultado los limites suelen dar paso a los excesos y estos
habilitan al que “ si pude una vez porque no puedo dos o tres o las que quiera”
Los padres debemos entender que no todos los limites entran
en la negociación de la crianza. Claro que éstas circunstancias nos quitan ese
brillo de “padrazos” y de “cool” y de “estoy
en lo último con esto de la paternidad”. Y está bien. Asumámoslo. Cero honda y
glamour. Es parte del trabajo sucio
Lo queramos asumir, somos la autoridad
Nadie quiere terminar con un hijo transformado en nuestra
pesadilla Aplicando una denuncia en la comisaria de turno por agresiones físicas
de un hijo que ya no reconocerá ni querrá, tomarnos como padres.
Como evitar el apocalipsis
Si, parece un poco dramático pero créanme que se la pasa muy
mal.
Sabemos que ellos necesitan de nuestros límites y que nosotros
tenemos que estar evaluando constantemente nuestro trabajo al respecto. No hay
manual y no hay brújula. Lo que aplicaron nuestros padres no resultará por estas
épocas. Y antes que lo piensen, si, muchas cosas no cambian y mejor que no
cambien para poder conservar las virtudes que una buena humanidad suele traer.
No porque criemos hijos buenos o malos. Nadie es
perfecto. Creo que nadie cría un hijo
para transformarlo en un ser vil. Por eso es importante no solo vivir el
presente con ellos sino también avizorar, que es mirar con atención lo que
viene.
El futuro llegará y tendrá rasgos del pasado. Pueden ponerle
la firma
Para algunos profesionales, los chicos con síndrome del
emperador traen fuertes características genéticas que definen su comportamiento
y las definen como deficiencias emocionales. Para otros profesionales, el
entorno, la salud en los vínculos, las proyecciones de los historiales familiares
y demás variables, lo construyen.
La crianza tiene, como la vida misma, estos tonos, esos
grises donde se expresan el berrinche, el malcriado, el emperador, la patología
y la enfermedad.
Todos necesitan nuestra atención, porque de esos pequeños
momentos y detalles y de nuestra actuación al respecto dependerá gran parte del
resultado.
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